Corín Tellado: Entrevista Inédita a la autora más vendida en español

Por Eva Medalla. Año 2008

Las historias de Corín Tellado me cautivaron desde muy chica. La conocí gracias a la revista Vanidades durante ni niñez en Chile y me reencontré con sus cuentos unos años después en Canadá.

Viviendo en Santiago, una década más tarde, asistí al relanzamiento de Vanidades, me reencontré con sus relatos rosa y decidí intentar entrevistarla.

Han pasado 15 años y, recordándola, me encontré con esta entrevista que hice y jamás publiqué. Espero disfrutes su sinceridad y que ésta no opaque la fantasía que la fuerza de sus palabras podía generarnos sobre su realidad.

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Usted escribió su primera novela con sólo 20 años. ¿Experimentaba aquellas ansias de independencia que describe en sus historias? ¿Era común para una chica de la época soñar con la independencia y el amor?

Ni siquiera tenía 20 años. Nunca pensé, ni entonces ni después, en una independencia que, en mi persona, ya existía, aunque soterrada y tan oculta que ni yo misma sabía que vivía dentro de mí. Independiente lo fui siempre, pero con una independencia sin arrogancia, tal vez con una dignidad que ni yo misma apreciaba. Si embargo, desde el mismo momento en que la primera novela salió al mercado, fui independiente por necesidad. Mi padre acababa de morir y me convertí en el eje familiar, cosa que, en cierto modo, con los años, la experiencia y el resultado, llegó a pesarme.

¿En quiénes recuerda haberse inspirado especialmente para sus historias, durante sus primeros años de labor como escritora?

Más bien en la lectura y en el cine. Habitualmente, los domingos mi madre me daba cinco pesetas, que era la moneda de entonces, y no me alcanzaba para entrar en el cine. Entonces, me iba con mis amigas alrededor de Cádiz, que es como una sartén y se le da la vuelta en unas horas. Para distraerlas, les contaba una historia que yo inventaba y, al llegar a casa y mamá preguntarme qué película había ido a ver, con una mentira piadosa le contaba una historia tan apasionante que, incluso, llegaba a emocionarla. De esa forma fui entendiendo que tenía un don especial para las historias, don que aún conservo hoy, y lo que más me gusta es contarlas y escribirlas.

¿Cuál fue la reacción de su madre y de sus amigas al leer sus historias? ¿Gozaban de ellas?

Mis amigas, mi madre y todos mis lectores se sintieron muy compenetrados conmigo. Algunas de mis amigas me decían que aquellas historias, más bien aquellos personajes, podían ser ellas mismas. Creo que el triunfo en mi vida literaria procedió, más que nada, de esas historias humanas que podía vivir cualquier lector.

¿Existen personajes femeninos conocidos a los que admirara especialmente y utilizara de "musas"?

Pues sí. Mis amigas llegaron a no contarme sus historias porque, inmediatamente, yo las escribía, disfrazadas, por supuesto. Si llegué a hacerlas de mis propios hijos, imagínese usted lo que no haría yo con historias ajenas.

¿Cómo afectó su trabajo el avance de la tecnología? (internet, correo electrónico, etc).

Pues no creo que haya afectado en modo alguno. Lo primero que yo hice cuando se popularizó internet fue publicar en la red una historia desarrollada en Kosovo. Fue una obra larga. Lo que pasa es que como fue al principio pasó más bien inadvertida. Por otra parte la tecnología actual me parece muy apropiada y esperemos que siga avanzando porque el progreso así lo requiere.

Como mujer ¿Afectó su dedicación a la escritura sus relaciones de pareja?

No. En absoluto. Nada afectó a mi profesión. Ni mi maternidad, ni mi matrimonio ni nada de cuanto pudiera existir al margen de mi profesión.

¿Cree que la mujer de hoy es muy diferente, en esencia, a la mujer de hace 50 años?

Claro. El mundo es evolutivo, y si la mujer no evolucionara de poco iba a servirle la vivencia actual. Dado que yo fui siempre una persona independiente, hice mujeres a mi estilo. Por eso, las mujeres de mis libros y las mujeres de hoy no se diferencian demasiado. Ya sabemos que el amor no es una moda; es un sentimiento. Y como tal ha de vivirse; pero de cómo se vivió ayer a cómo se vive hoy, lógicamente, hay una gran distancia. Mejor o peor, eso ha de considerarlo la persona en sí misma.

¿Se emocionaba -y sigue emocionándose- usted al escribir sus historias?

Yo nunca me emocioné escribiendo mis historias. Un escritor verdadero intenta emocionar al lector, porque si se emocionara él no lograría nunca conmover al gran público.

¿Cree que las historias de Corín Tellado serían diferentes si ella hoy tuviera 30 años?

Yo sigo escribiendo hoy, lo que ocurre es que lo hago en la Revista Vanidades, para la que colaboro desde hace 50 años, si bien me adapto con mucho gusto al sistema actual porque mi mente fue evolucionando según la sociedad lo hacía. Un autor no pude nunca detenerse. Un autor debe salir a la calle y vivir lo que la calle vive. Después es muy fácil trasladar aquello que ves y oyes al papel, sin caer ni en la rutina ni en el ayer.

¿Le ha tocado protagonizar una historia de amor al estilo "Corín Tellado"?

No. Desgraciadamente no. En amor no fui afortunada, pero sí he observado historias como las que yo hubiera querido vivir, aunque por vivirlas tan próximas me he conformado tranquilamente.

¿Existe diferencia entre María del Socorro y Corín Tellado? De ser así, ¿qué le gustaría a una tener de la otra?

No. Corín y Socorro son la misma persona. Piensan y sienten igual, y se comportan del mismo modo. A fin de cuentas, el nombre de Corín es un diminutivo de mi propio nombre, y Tellado es mi apellido.

Si pudiera usted convertirse en el personaje de una de sus novela, ¿Cómo sería aquella mujer?

Bueno, las mujeres de mis novelas tienen bastantes rasgos de mi persona. Dicen, y creo que tienen razón, que todo autor deja algo de sí mismo en sus escritos.

¿Cómo describiría una de sus novelas una mujer como la escritora María del Socorro Tellado?

Sencilla, receptiva, capaz de ser comprendida por cualquier lector. Incluso, dicen que leyéndome a mí se aprende a leer otro tipo de literatura. Eso no me convence demasiado.

¿Qué se siente, a esta altura y aún recibiendo tanto reconocimiento en todo el mundo, ser Corín Tellado?

Pues nada. Le aseguro que todo eso me tiene sin cuidado. Desde hace 16 años sufro una enfermedad crónica y creo que me será fácil convencerla que más me preocupa la salud que la publicidad. Si algo me molesta en profundidad es que me detengan en la calle para decirme cualquier lindeza. Creo ser una mujer de mi tiempo. Una anciana mujer con una mente lúcida, unos ojos que ven muy poco un oído que necesita audífono y un bastón en el cual me apoyo. Después de contarle todo esto, piense usted si envanecerá a Corín Tellado la publicidad, la entrega de algún premio o el halago del lector. 

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